Envases biodegradables o desechables, España, uno de los países

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Envases biodegradables o desechables, España, uno de los países

En los últimos años se han realizado multitud de estudios demoscópicos que demuestran que el nuestro es uno de los países con mayor conciencia ambiental y que nuestra población se encuentra entre las más dispuestas a hacer cambios en su vida cotidiana, siempre que estos ayuden a cuidar el medio ambiente y preservar nuestra salud y las de las futuras generaciones. Es cierto que la calidad y el precio son los dos principales criterios por los que nos movemos a la hora de comprar un producto, pero cada vez más tenemos en cuenta otros aspectos, tales como su posible reutilización o la presencia de sustancias tóxicas que puedan derivar en mayor contaminación.

Envases biodegradables o desechables, España, uno de los países "más concienciados"

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El hecho es que los problemas medioambientales han pasado de ser un asunto al que ponían atención solo una pocas personas especialmente sensibles o formadas, a constituirse en una de las grandes preocupaciones y más populares de nuestro tiempo.

Es normal que así sea porque cada vez tenemos más evidencias de cómo el deterioro de nuestro medio ambiente puede incidir directamente sobre nuestra salud y de cómo puede afectar el futuro de nuestras vidas.

El plástico es uno de los asuntos que cada vez preocupan más. Y con razón. En el mundo se produce 200 veces más plástico que a mediados del siglo XX y los residuos que de este se derivan, especialmente los llamados microplásticos, llegan con frecuencia al fondo de los océanos y, en ocasiones, regresan a nuestro propio cuerpo sin que aún sepamos que tanto afectan nuestra salud.

Al menos un 11% de los españoles evitan comprar artículos hechos de plástico. Aunque seguramente podrían ser muchos más, pues es evidente que información sobre los nuevos materiales derivados del plástico y su potencial contaminante aún es muy limitada.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España realizó recientemente una encuesta para conocer la opinión de los ciudadanos y ciudadanas españolas sobre su implicación en el reciclaje, así como su percepción sobre los envases de plástico. Según los resultados de la misma, a 7 de cada 10 españoles no les importaría pagar un poco más por contar con platos, vasos y envases en general biodegradables que ayudaran a contaminar menos nuestro entorno.

Hoy en día ya tenemos en el mercado multitud de envases biodegradables o desechables, a partir de materias primas orgánicas. Estas materias proceden de fuentes renovables, tales como la celulosa, las legumbres o el plátano. Después de su uso en la cadena comercial, estos envases biodegradables entran en un proceso de degradación que, con el paso de los años, los convertirá en biomasa o en nutrientes. Hay un norma que se aplicar para tales envases según la cual los mismos deben cumplir con un requisito para ser realmente efectivos: un mínimo del 90% del envase biodegradable debe degradarse en seis meses.

Dentro de los envases biodegradables existe una variedad aún más efectiva. Se trata de los envases compostables. Estos son aquellos que pueden convertirse fácilmente en compost, es decir, en abono orgánico. En muy poco tiempo, un vaso o un plato compostable se degrada sin dejar rastro, lo que los convierte en una opción muy deseable para seguir utilizando estos envases al tiempo que aprendemos a cuidar nuestro planeta.

Tanto los envases biodegradables en general, como los compostables en particular, tienen una gran ventaja de cara a la preservación de medio ambiente. Puesto que están formados por materiales orgánicos, pueden ser consumidos por microorganismos. De este modo, el ciclo vital sigue su curso sin que se produzca un efecto contaminante. Es decir, no se produce una liberación de químicos durante su proceso de degradación, evitando de este modo lo que sucede cuando usamos envases de plástico: que los mismos vayan a la atmosfera y contribuyan al efecto invernadero.

 

Es verdad que no todos son ventajas. También se le pueden buscar pegas a la proliferación de este tipo de envases biodegradables o desechables. Hay quien argumenta que si se fabricarán a gran escala este tipo de envases, podrían provocar un efecto inesperado y contraproducente: una escasez de alimentos y el aumento de sus precios.

Por otra parte, hay quien critica que de nada sirve fabricar vasos o platos biodegradables si luego los mismos son arrojados sin control a basureros que no tienen las condiciones adecuadas para facilitar su descomposición. Es cierto que, hasta el momento, en Europa no existe una buena red de recogida y separación de estos envases biodegradable. Sin información oportuna al respecto, a la mayoría de los consumidores se nos complica diferenciar entre un plástico tradicional y un envase biodegradable.

Por consiguiente, resulta evidente que falta una mayor educación sobre los envases desechables y que aún hay muchos pasos que podemos dar para que los convirtamos es una opción práctica y realmente eficiente. Pero tampoco hay dudas de que los consumidores están dispuestos a hacer cambios en sus rutinas cotidianas si se les demuestra que las mismas son útiles y ayudar a preservar nuestro entorno.

Cada vez disponemos en el mercado de una mayor variedad de envases desechables para almacenar un sinfín de productos comestibles. Ahora se necesitan que sean mejor conocidos. Por consiguiente, el camino está abierto y se trata de profundizar en el mismo.

 

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